Es curioso como tomamos una acción y la repetimos cantidad de veces seguidas, cada vez acortando más el tiempo en que se vuelve a producir. Y así como pasa con pequeñas cosas como morderse las uñas, decir una palabra todo el tiempo, poner algo en determinado lugar, pintarse del mismo color las uñas, pasar el día entero en el twitter, etcétera. Se pegan de forma impresionante, llegando a ser razgos de la persona en algún momento. Y se pierden otras a causa de esas o... porque sí. De eso. De perder costumbres hablo yo.
De perder el gusto de mirar dos o tres buenas películas a la semana, de sentarse a apreciar la nada, de tirarse en el pasto de verano a escuchar música, de juntarse a tomar un café con un amigo, de leer, de escribir.
Me siento en enorme falta a mi creatividad, que si bien la estoy usando para otras cosas, estaba muy bien invertida en ésta. Y ya no más. Y la extraño de a ratos... pero ratos diminutos, pasajeros.
Tengo que volver a escribir.